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jueves, 21 de octubre de 2010

Que me perdone la ciencia - poesías para concurso de declamación

Estoy solito en mi rancho,

He quedado solo en la casa

Y ladran los perros afuera

Como si vieran fantasmas.

Alones de pájaros negros

Me ponen luto en las mangas

Y es tan grande el sufrimiento

Que voy llevando en el alma

Que no lo explican las cosas

Ni lo dicen las palabras.

Ocho años, acho años

Tenía el pobre hijito de mi alma

Que despertó una mañana

Con los ojitos encendidos

Y el cuerpecito echando llamas.

Me muero, mamás, decía

Me muero tata gritaba

Tengo una sed de martirio

Y un fuego que me abrasa.

Besé al cachorro en la frente

Y a la madre en la mirada

Y volé, volé en mi caballo

Al pueblo.

Siete leguas, siete leguas

De distancia

Y el grito de mi hijo adentro

¡Agua mamá! ¡Agua tata!

Le expliqué al doctor el caso,

Se acomodó en su butaca,

Me miró de arriba abajo

Y me dijo:

Lo siento mucho,

Pero la senda que va a tu rancho

Es muy mala

Y me va a estropear el auto.

Ahí, ahí yo comprendí entonces

Que la ciencia no es tan ciencia,

Porque no se tiene conciencia,

Porque por esos caminos

Donde muchos médicos no andan

Corre a galope la muerte,

Va y viene la desgracia.

Encargó que le comprara

Al pasar por la botica

Un frasco de limonada

Y que trajese al enfermo

Cuando la fiebre pasara.

Y yo, yo regresé a mi rancho

Como todo padre regresaría

En iguales circunstancias,

Con el corazón en los labios

Y la tristeza en el alma.

Y el médico no venía,

Y el médico no venía

Y no era por la senda que iba a mi rancho, ¡no!

Sino porque yo no tenía

Con qué pagarle a la ciencia.

La fiebre duró poquito,

Se le cortó una mañana

Entre cantos de zorzales

Y el suave aclarar del alba.

La madre abrazaba al hijo,

¡Mi hijo con la frente helada!

Y yo sin voz,

Ahí parado junto a su cama,

Poco después de enterrarlo

Se fue turbando mi Juana,

Se la pasaba todo el día llorando.

Con las manos sobre el pecho,

Lo mismo si arrullara un niño

Recién nacido,

Así, así se me fue la pobre,

Así, así la guarda la tierra

Con las manos sobre el pecho

Acunando su desgracia.

Y ahora sí estoy solito en mi rancho,

He quedado solito en la casa

Y ladran los perros afuera

Como si vieran fantasmas

Y alumbran en mis pensamientos

Candiles de luces malas.

Afilo en la medianoche

Mi cuchillo cabo de plata,

La única plata del pobre

que nunca sirve pa’ nada

Y medito mi venganza.

Por eso le grito al mundo

¡Que me perdone la ciencia!

No me culpen si mañana

Dicen que soy un bandido

O un mal hombre sin entrañas.

Nací buey y me hacen puma,

Fui cordero y me ponen garras.

Dios todopoderoso

Has que despierte el alba

Y arráncame de mi pecho

Ese grito, ese grito,

Ese grito que me mata:

¡Agua mamá, agua tata!

El cristo de mi cabecera - poesía escolar

Cuando estaba solo… solo en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña,
cuya cumbre, ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes… y tocar el cielo;
cuando sollozaba con el desconsuelo
de que mi Pastora - más que nunca huraña-
de mi Amor al grito nada respondía;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna
siempre me decía
que me moriría
si su almita blanca para mí no fuera,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque me quisiera…!
¡Porque me quisiera…!
………………………………
Cuando nos unimos con eternos lazos
y la pobrecita me tendió sus brazos
y me dio sus besos y alentó mi Fe;
cuando en la capilla de la Virgen Pura
nos bendijo el Cura
y el encanto vino y el dolor se fue…;
cuando me decía,
loca de alegría,
que su vida toda para mí sería…
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque prolongara nuestra Primavera…!
…¡Porque prolongara nuestra Primavera…!

Cuando sin amparo me dejó en la vida
y en el pobre lecho la miré tendida;
cuando até sus manos, que mostraban una
santa y apacible palidez de luna
y corté su hermosa cabellera bruna,
que en el fondo guardo de mi viejo arcón;
cuando, con el alma rota en mil pedazos,
delicadamente la tomé en mis brazos
para colocarla dentro del cajón;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que ya ¡nada! me consolaría,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque de mis duelos compasión tuviera…!
…¡porque de mis duelos compasión tuviera…!
……………………………………….
Hoy que vivo solo… solo, en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña.
Cuya cumbre ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes y besar el cielo;
hoy que por la fuerza del Dolor, vencido,
busco en mi silencio mi rincón de Olvido;
mustias ya las flores de mi Primavera;
triste la Esperanza y el Encanto ido;
rota la Quimera,
muerta la Ilusión…
…¡Ya no rezo al Cristo de mi cabecera…!
¡Ya no rezo al Cristo… que jamás oyera
los desgarramientos de mi corazón…!

Poesía día de las madres - No le di el ultimo beso a mi madre

NO LE DI EL ULTIMO BESO A MI MADRE

Como todas las mañanas desde hace ya 6 años

Me despertó mi madre esta mañana para ir a la escuela,

Había pasado mala noche, con pesadillas sobre monstruos,

Y me costaba trabajo levantarme,

A los 10 minutos mi madre volvió a despertarme

Esta vez con más premura, se me estaba haciendo tarde,

Me levanté como un bólido, apenas si me lavé la cara

Me zampé el desayuno en un abrir y cerrar de ojos

Y ahí estaba mi madre diciéndome- que comas despacio,

Que te vas a ahogar-

Con las prisas del momento le contesté de mal talante:
-Si, ya lo sé, no empieces a regañarme,
aún tuve que soportar las preguntas de rigor:
-¿Llevas el almuerzo?, ¿te cepillaste los dientes?,
¿Tienes listos los libros....?
Yo aún más impaciente le contestaba levantando un poco la voz
-¡Que te dije que sí!-
Ella sonrió suavemente y me dijo:
-Anda, dale un beso a tu madre
y ve con cuidado a la escuela.-

Alcé los hombros con fastidio y le dije medio enfadado:
-¡Mamá! Que ya es muy tarde no tengo tiempo para eso!-
-Está bien hijo, ve de prisa, que Dios te proteja.-
Aún retumban mis propias palabras en mi oído:
-No tengo tiempo para eso...-
Con las prisas y el enfado me pasó por alto
un levo destello de tristeza en su mirada,
mientras iba corriendo hacia la escuela
estuve a punto de regresarme a darle el beso a mi madre,
sentía un nudo en el corazón,
pero mis compañeros comenzaron a llamarme
y fui hacia ellos, ¿con qué excusa regresaría?
¿Qué iba a darle un beso a mi madre?
se hubiesen reído de mí.

De todas formas al regresar a casa
después de las clases vería a mi madre
en la puerta de mi casa esperándome como siempre,
temerosa de que me suceda algo, impaciente si tardo unos minutos,
ya que me he entretenido con los amigos.

El día se me pasó volando en la escuela,
entre clase y clase, juegos y almuerzo,
y se me había olvidado el incidente de la mañana,
sin embargo esta vez, apenas sonó el timbre salí corriendo
a mi casa sin entretenerme,
desde la esquina esperaba divisar la figura de mi madre
en la puerta, pero no había nadie esta vez,
supuse que estaría adentro entretenida con algo
pero extrañé de momento su presencia tan segura.

Antes de tocar el timbre salió a la puerta mi padre,
¿Pero era mi padre? Aquel hombre era mucho más mayor
de lo que siempre me había parecido,
los hombros caídos, los ojos hinchados y un profundo halo de tristeza lo rodeaba,
mi corazón empezó a latir alocadamente, presintiendo algo,
apenas me salió la voz para decir, ¿qué pasa papá, mamá está bien?
en un suspiro me contestó :-"tu madre sufrió un ataque al corazón esta mañana
su muerte fue instantánea, nadie se enteró hasta que vinieron a visitarla
y la encontraron allí tendida en el pasillo, fue muy rápido, hijo,
se fue nuestro ángel..."-un sollozo salió de su garganta
y no pudo continuar hablando.

¿Mi mama?,¿mi mama?, la que todas las mañanas me despierta,
la que por las noches reza conmigo, me arropa y me da un beso de buenas noches,
mi madre, a la que esta mañana contesté de mal modo,
a la que no le di el beso de despedida, ¿mi mamá?
Dios, perdóname, dile que me perdone,
aun soy un niño pretendiendo ser un hombre,
dile, por favor, que ella es lo que más quiero en esta vida,
que sus abrazos me han dado seguridad siempre
y es ahí donde me he sentido más protegido,
dile que su suave sonrisa me acompañará toda la vida,
y que prometo valorar a las personas que comparten conmigo mi existencia,
no malhumorarme con ellas sin ningún motivo,
y que le daré mil besos, día a día, por todos los que no pude darle a ella, a mis hijos, sus nietos.

Cuídala por mí, mi Dios, que ella es muy buena,
y dile por favor, Dios mío, que cuando me toque la hora de partir de este mundo
venga a mi lecho y me arrope como siempre lo hizo.

La desdicha de ser sirviente - poesía para concurso de declamación

LA DESDICHA DE SER SIRVIENTE


AUTOR: HUMBERTO IBARRA CÓRDOVA

En un tribunal de la ciudad
A un famoso delincuente presentaron
En presencia de la alta sociedad
Por homicida y ladrón lo condenaron.

-¿que es un ladrón y asesino?
“Que lo maten” contesto la sociedad
Un hombre como ese debe morir
Y debe morir porque atenta contra nuestras vidas

El juez dicta la sentencia y a muerte lo condena
Después de condenarlo el juez se le acercó
Y haciéndole alarde de su cobardía con voz de burla e ironía
Al reo condenado pregunto:

¿No quisieras ser mejor hombre bueno?
El acusado se puso de pie
Alzó la cara y miro al juez para decirle

“Vaya” que pregunta señor juez
¿Por qué he de arrepentirme de lo hecho?
Si sabiendo que soy malvado
Que aquí en el tribunal de la justicia
Ustedes me condenaron a la muerte

Si por todo lo que he hecho esa es mi pena
La recibo complacido y satisfecho
Esta bien señor juez, cumplo mi pena
Pero nunca he de volver sobre mis pasos

Mejor ordene ya mi ejecución
Que disparen sin piedad y con acierto
Porque juro que sólo estando muerto
Dejare de ser un gran ladrón.

“está bien” dice el juez te doy permiso
Habla todo lo que quieres sin temor

-ante aquella respuesta el ya occiso comenzó una historia de dolor-

Cuando yo era niño todavía
Conocí a una sirvienta desdichada
Que a pesar de su trabajo noble y bueno
Era siempre por sus amos maltratada

En el día soportaba los trabajos los desprecios y regaños
Por la noche después de acomodarme entre sus brazos
Se dormía entre lágrimas y rezos.

Así pasaron los meses y los años
Hasta que una tarde en la que se empezaron a extraviar cosas
Maldita sea esa tarde para siempre los patrones la acusaron de ladrona

Y después de torturarla moralmente
Dos guardias se la llevaron presa
Dos días lloro en prisión
Dos noches rezo en aquella celda fría
Dos noches porque al día siguiente
Murió de un ataque al corazón.

Esa mujer de la que les estoy hablando
Esa mujer señores de la sociedad
Esa pobre que mataron sin piedad
Era nada más y nada menos que mi madre

Mi madre malditos
Mi madre vampiros
Mi madre cobardes
Mi madre
Mi madre que murió desesperadamente
En aquella celda que aun veo todavía

Pero mi maldad no vino ahí señor juez se lo aseguro
Mi maldad vino después
Cuando una tarde hallé a un niño que lloraba y se quejaba
Era un niño que tirado en un andamio frío llamando a su mamá se deshacía
Corrí hacia él rápidamente
Quise hablarle pero ya no pude porque a la hora de levantarlo
Quedó entre mis manos y entre los brazos de la muerte.

Minutos después llegó su madre
Con gritos de dolor y ojos de muerte
“señora” le grité “por que dejó que se muriera”
Y ella dijo “señor usted no sabe que los hijos de los criados
Por ser pobres estorban a los hijos de los ricos
Yo soy la sirvienta de aquella casa
y mi trabajo es cuidar a los hijos de ellos
y me prohíben cuidar al mío.

Entonces sí señor juez Corrí, no como perro hambriento
Sino como lobo rabioso que a la fuente de venganza va sediento

Maté, a los verdugos de mi madre, después vengué la muerte de aquel niño
Y ante la furia brutal de mi venganza he visto temblar y llorar a los cobardes

Entonces sí señor juez
Ordene ya mi ejecución
Que la voy a recibir gustosamente

¡Pues prefiero morir como ladrón que morir como mueren los sirvientes!

El matricida - poesía para concurso de declamación

EL MATRICIDA

Sobre el banquillo gris, del acusado, se encuentra un hombre de mirar perdido y de ver su semblante entristecido el corazón se siente apesarado.

Hundida entre las manos la cabeza y sumido en el mar de sus sollozos ante la ley brutal y los curiosos que mofándose están de su tristeza.

Grave y sereno el juez; fruncido el ceño impasible se encuentra en el estrado sin embargo en la faz del magistrado, se adivina un pesar jamás domeño.

El turno es del fiscal; con voz de trueno ante la turba hostil de odio cegada lanza su acusación de hiel cargada cual lanza la serpiente su veneno.

¡Ahí lo tenéis señores es la bestia! el hombre sin entrañas el ladino el ser más despreciable ¡el asesino! que priva de la vida sin molestia.

¡Es un chacal! malvado y truculento, un ente sin piedad ¡un MATRICIDA! quien con sus garras arrancó la vida de la mujer que le brindo el sustento.

De la mujer que lo veló de niño, de la mujer que lo forjó en su sangre, de esa mujer que como toda madre le arrulló alguna vez en su corpiño. Y cómo le pagó ¡qué cruel delito! que injusticia sin par... que cobardía arrancarle la vida en forma impía señores este ser ¡es un maldito!

Es un chacal y al condenarlo en suerte que se cumpla la ley en su persona y si Dios su pecado le perdona ¡Que la justicia le condene a muerte!

Calló el fiscal; la turba enardecida con rugido feroz gritó al momento ¡Muera, muera; pero antes al tormento! ¡Que muera el indeseable matricida!

Habla por fin el juez desde su estrado imponiendo silencio al ruido hecho y dice: todo ser tiene derecho que hable sobre el asunto el acusado.

Anegados los ojos por el llanto la faz ajada... hirsuta la cabeza jamás he visto tan fatal tristeza, jamás he visto sufrimiento tanto.

... ¡Yo soy el asesino la he matado! y lo juro ante Dios... ¡no me arrepiento! si por ello me aplican cruel tormento por su dicha lo doy por bien empleado.

Más mienten los que dicen que con saña a mi madre maté, ¡miente la plebe! yo la maté sin el dolor más leve la maté con amor, y así no daña. La maté con ternura, suavemente... se extinguió su existencia tormentos a cual leve palpitar de mariposa y abandonó la vida... dulcemente.

Dulcemente murió, ¡cuánto la quise! difícil es medir lo que es cariño maté a quien me arrulló cuando era niño sin embargo es amor; porque lo hice.

Cuántos de los hipócritas humanos a quien yo supliqué pidiendo ayuda hoy me escarnecen con terrible duda ¡y todavía pretenden ser cristianos!

Cómo sufrió mi madre ¡pobrecita! con atroces dolores en el pecho implorándole a Dios desde su lecho ¡sufriendo aquella enfermedad maldita!

¡Jamás he de olvidar aquella noche! en que gritando de dolor me dijo ¡Mátame por piedad, mátame hijo! y no esperes de mi alma ni un reproche.

Yo bendigo tu mano hijo de mi alma, ¡Mátame ya!... y dame sepultura yo bien sé que mi mal no tiene cura, ¡Mátame por piedad!... dame la calma.

Y ese grito salvaje y lastimero, que anhelaba la muerte suplicante taladraba mi alma a cada instante ¡Mátame hijo! ¿Dios mío por qué no muero? Y se ofuscó la luz de mi conciencia, y dejé de ser hijo... ¡fui verdugo! y le arranqué del sufrimiento el yugo yo le quité señores ¡la existencia!

Lo demás ya lo saben; qué tortura ¡ya no soporto del dolor el peso! y aquí me encuentro ante vosotros preso y es mi única pasión la sepultura.

Mas no es la ley quien deberá juzgarme, aunque sí soy culpable de eutanasia no se van a reír de mi desgracia ¡No lo harán! porque yo ¡voy a matarme!

Una daga sacó de la cintura que en el pecho clavóse con violencia al cielo suplicó ¡Señor... clemencia! y se borró en su rostro la amargura.

Y así termina la existencia agita de un hombre que de amor es ¡MATRICIDA! y deja en los anales de la vida ¡UNA HISTORIA DE AMOR CON SANGRE ESCRITA!

El bracero - poesía para concurso de declamación

EL BRACERO


(Enrique Cisneros L.)

No me mires con ojos desconfiados
Hombre gringo, no soy una alimaña;
Soy un hombre que el hambre ha impulsado
A venir a implorar a tierra extraña
Un mendrugo de pan para mis hijos,
A cambio del sudor de mis espaldas.

Es por ellos que sufro en silencio,
Es por ellos que sufro la infamia
De la ofensa que enciende mi orgullo
Y el fuetazo de altiva mirada.

Cuando escucho la burla infamante,
El desprecio que se hace a mi raza,
El dicterio que enciende mis venas,
O el puñal de acerada palabra,
Pienso al acto que ya no debiera
Soportar impasible esta infamia,
Cuando tengo dos puños y en el cinto
Escondida una daga.

Pero el dólar me vence y prosigo
Con la vista en el surco clavada,
Y en mi boca mordiendo respuestas
Que me pierden, si un día se me escapan.

La miseria ¡Maldita miseria!,
A qué estado tan vil nos arrastran
Los que sólo pensando en sí mismos
Condenaron a miles de parias,
A llevarle tan sólo a sus hijos
Un menú de tortillas y lágrimas.

Pero el día ha de llegar en que todos
Sin distingos de credos ni castas,
Escuchando tan sólo en la sangre
El llamado y la voz de la patria.

En fraterno conjunto ofendemos
Nuestro esfuerzo fecundo en sus aras
Para hacer este México ¡grande!
El país que yo sueño en mis ansias.

El país que no vea con tristeza
Que sus hijos por hambre se marchan
Al país donde somos tan sólo,
Mercancía morena en subasta.
Al país donde sólo nos quieren
Como bestias de carga…

Poesía Angel sin Alas - Conmcurso de declamación

Ayer, vague por las calles
de cualquier ciudad,
parecía que fuese la primera vez,
estaba impresionado,
absorto y sorprendido,
con sus grandes y fastuosos edificios,
sus letreros luminosos
el trafico... y la muchedumbre,
ese mar de gente que iba y venía sin cesar
y que por momentos me arrastraba.
El ulular de las sirenas,
el bullicio y la algarabía,
que te envuelve... que te asfixia,
algo pasaba,
algo sucedía,
una extraña sensación me invadía,
una inmensa soledad me acompañaba.
Ayer vague por las calles de cualquier ciudad,
quería encontrarte
o quizá encontrarme a mí mismo
camine... no sé cuántas calles,
no sé cuántas horas,
ni cuantas veces te vi...
en la calle,
en la plaza,
en la esquina,
!en todas partes te encontré!
y cuando te vi...
un remanso de paz me invadía,
¡que sencillez!¡que lozanía!.
Tus ojillos traviesos,
coquetos, risueños,
semejaban dos albas... dos atardeceres,
tu risa celestial,
¡el cando! ¡El trinar de los pajarillos!
Y tu figura graciosa, diminuta, frágil,
una flor en medio del vendaval...
el vuelo de un ave en perfecto equilibrio.
Ayer te vi,
y retrocedí en el tiempo,
¡retrocedí!
Recordé los sueños
que se tienen cuando se es como tú.
¡Cuando se es niño!
cuando se es niño,
¡cuántas ilusiones! ¡Cuántas esperanzas!
Cuando sea grande... seré como mi papá,
y a ti mamá...
te voy a comprar una casa muy grande
y con muchas flores,
¡voy a ser abogado!
¡Voy a ser presidente de la republica!
¡Cuando se es niño!
Cuando se es niño,
¿cuántos sueños? ¡Cuántos deseos!
Voy a tener mucho dinero,
voy a comprar muchos juguetes.
Cuando se es niño,
¡cuánta riqueza espiritual!
No hay codicia,
ni prejuicios,
no hay pasiones, ni avaricia,
¡solo hay amor y justicia!
Ayer te vi,
y retrocedí en el tiempo
¡retrocedí!,
recordé la escuela,
los amigos,
los regaños de papá...
y la dulzura de mamá.
No sé cuánto tiempo estuve absorto,
no sé cuánto tiempo estuve ido,
hasta que me volvió la realidad,
¡tu voz!
¡Tú lamento!
¡Tú gemido!
¡El periódico! ¡Extra! ¡Extra!
¡Mueren más niños por desnutrición
en Etiopía! ¡El periódico!
¡Chicles! ¡Chicles! ¿Compra chicles?,
¡le limpio el vidrio al carro señor?
¡Lo que guste cooperar!
¡Una limosna señor...no he comido!
¡Una limosna!
Y un frío glacial recorrió todo mu cuerpo,
la angustia el ansia y la desesperación
se adueñaron de mí.
Ahí estabas frente a mí,
ángel y demonio,
luz y sombra,
sueño y pesadilla,
risa y llanto,
por más que mis ojos lo negaron,
por más que mis labios lo callaron,
¡ahí estabas frente a mí!
Y tu cuerpo escuálido,
tu ropa raída... tus pies descalzos,
parecieron llorar,
¿sueños? ¿Ilusiones? ¿Esperanzas?
¡Me las han acabado! ¡Me las han destruido!
La madre que no he tenido,
el padre que no he conocido,
los que ocultan su fracaso,
sus frustraciones, su cobardía,
el vicio y el abandono
han elegido por vía.
¡Soy un niño de la calle!
sin hogar y sin destino
mi casa es la ciudad,
mi escuela... son los amigos
para mí no existe el tiempo
no hay pasado, ni presente, ni futuro,
no hay cumpleaños,
no hay edad... no hay navidad,
¡si lloro!, ¡si enfermo!
No hay consuelos,
no hay mimos.
¡Ahí estabas frente a mí!
¡Ángel sin alas!
Y tus ojos tristes,
tus ojos acusadores,
parecieron gritar... ¡Basta!
¡Basta ya de hablar del día del niño!
basta ya de lavar la conciencia
con festivales y donativos,
basta ya de hablar paz, de amor,
mientras haya odio,
guerra discriminación y contaminación,
¡no quiero más Vietnam!
¡No quiero más Nicaragua!
¡Ni misiles o la guerra palestina!
¡Basta de hablar de juticia!
¡Del dólar! ¡De la bolsa de valores!
Mientras hayan niños con hambre,
niños sin hogar,
niños con frió
Maestro
¡no más palabras!
Poeta
¡no más versos!
Cantor
¡no más canciones!
Es tiempo de despertar
de tener los ojos abiertos,
es tiempo de actuar,
de que construyas mis sueños,
¡por que tu presente es mío!

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