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jueves, 22 de junio de 2017

Poesía del dia de muertos para niños | Calavera literaria para niños

LA CALAVERA DEL TLACUACHE
(Poema)
Estaba el Tlacuache sentado
tratando de comprender
por qué los visitantes de Kokone
calacas quieren ver.

El Día de Muertos, pensó
es toda una tradición
así que se sacrificó
y de muerto se disfrazó.

Vestido de muerto estaba
en su ataúd de madera
cuando vio por la escalera
a la muerte bajar de carrera.

No me lleves ahora
porque tengo que hacer
mucho trabajo en Internet
ya muchos chavitos conocer...

No me lleves flaca,
no me lleves por favor,
que soy un Tlacuache lindo,
¡Todavía nooo!

Letra de la canción la Media Muerte | Canción para niños del día de muertos

LA MEDIA MUERTE Coro
Ay sí, ay no, que sí, sí, si, que no, no,
Ay sí, ay no, la muerte se lo llevó.


Estaba la media muerte, sentada en un muladar,
comiendo tortilla dura, para poder engordar.
Al giro de mi compadre, toda se le va en ganar,
ahí viene la media muerte, no lo vaya a desplumar.

Estaba la media muerte, sentada en un taburete
los muchachos de traviesos le tumbaron el bonete.
La muerte tenía un amigo de levita y corbatín,
se quiso poner sombrero y el diablo se lo llevó.

Estaba la media muerte sentada en un carrizal,
afinando su guitarra para ponerse a cantar.
Estaba la media muerte sentada en un tecomate
diciéndole a los muchachos, vengan beban chocolate.

Estaba la muerte seca sentada en un arenal,
comiendo tortilla dura frijolitos sin sal. (2)

miércoles, 27 de octubre de 2010

Cuento de día de muertos

CUENTO DEL DÍA DE MUERTOS I

 



          Poco después de apagados los últimos incendios revolucionarios de la región, regresó a Morelia procedente de Europa, el joven Miguel de la Casa, huérfano de madre, hijo único y heredero de la enorme riqueza de su padre, el hacendado Don Agustín de la Casa Solariega e Izasarra, quien le escribió poco antes de morir, suplicándole volviera para hacerse cargo de su natural peculio.

          El regreso a tierras Michoacanas de Don Miguel, sorprendió a pobladores y conocidos, pues arribó en ferrocarril proveniente de Veracruz, con una mujer y una niña que resultaron ser su esposa e hija. La mujer, alta y de pocas carnes y mayor que él, tenía el carácter endiablado y el entrecejo profundamente marcado. Decía era apenas un reflejo de la belleza húngara que alguno vez tuvo, cuando fue cantante de ópera en Viena y tuvo la cuita de conocer al joven Don Miguel, antes de que el embarazo y los constates dolores de cabeza del matrimonio, la dejaran agobiada y siempre preocupada del porvenir.

           Nadie le hubiera creído de épocas más rozagantes de no ser por la pequeña, quizás rozando los doce años, que era el ejemplo de belleza divina; nada común en la región y por ello la atención de sobremanera: de piel blanca como las nubes, los ojos azules y brillantes como el agua, nariz delgada y recta, sonrisa limpia y dulce y el cabello largo y rubio; era el ideal de princesa Baviera llegada a un México malinchista e idealista.

          Sin embargo, al pasar acaso de un par de años, sucedió algo que sucumbió a la sociedad de alcurnia moreliana; los titulares corrieron la noticia como rápido se podían mover los medios en ese tiempo: Asesinato de Don Miguel de la Casa.

          Al parecer, fue hallado su cuerpo semidesnudo detrás de Catedral con un extraño rictus de horror en el rostro, al grado en que no hubo médico que se atreviera a realizarle la necropsia de ley. Máxime, cuando corrieron los rumores de que el crimen había sido realizado por órdenes de su propia esposa, quien se había mostrado siempre por demás avara y preocupada por cuidar hasta el último centavo que Don Miguel no parecía poder mantener entre las manos.

           Cabe mencionar que las sospechas incrementaron porque la mujer fue vista vestida de negro, desde hacía un día antes de que fuera encontrado el cuerpo, pues se suponía había estado el hacendado extraviado de fiesta por varios días. Por ello, entre bisbiseos y murmullos, siempre quedó la duda del homicidio, y la mujer nunca fue siquiera interrogada, pues los oficiales de policía temían de aquella extranjera que ni el 4° Arzobispo de Michoacán-Morelia y tierras Santas, Don Leopoldo Ruiz y Flores, quiso confesar jamás.

          Pasaron pues los años, y la mujer nunca dejó de vestirse de negro, pero sí recuperó e incrementó buena parte de la fortuna, aunque ni ella ni su hija eran vistas de día con regularidad.


           No se conoce mucho de la infancia de la hija de Don Miguel, salvo que le llamaban “la niña Ignacia” y que su belleza se acrecentó al pasar de los años, pues las características físicas se remarcaron acompañadas de un cuerpo que se fue tornando escultural: una cintura por demás pequeña, una espalda arqueada, las piernas largas y el busto firme y redondeado…

           Se dice que nunca fue a la escuela sino que tomó clases particulares en su casa; siempre bajo la supervisión constante de su extraña y arisca madre, y bajo la tutela personal de únicamente mujeres, pues aparentemente la dama de negro no quería correr ningún tipo de riesgo, ni social ni económicamente hablando. No iba a permitir que un hijo de N-A-D-I-E cortejara a su hija… No iba a dejar que nadie se entrometiera en los planes que tenía para ambas. Ella y sólo ella, decidiría con quien la casaría para incrementar el feudo familiar.

           Es de imaginar la soledad en la que se desarrolló “la niña Ignacia”, que en la edad de la rebeldía, ideó la forma de hacerse de amigos más allá de los libros que podía leer y la servidumbre con la que podía conversar, por lo que encontró que su madre le permitía a media tarde, entrar en la biblioteca de su padre con la excusa de dedicar tiempo a la lectura de los clásicos.

          Día a día, con la paciencia beata, Ignacia fue asomándose a la ventana, viendo tímidamente en un principio, las sombras y figuras que se alcanzaban a mirar detrás de la tela blanca de las cortinas. De esa forma imaginaba; un perro, un hombre cargando madera para fogón, un vendedor de globos, un cura cargando su Biblia, aquel otro podría ser el médico con su familia, o una mujer galante y borrachos orinando su temor.

          Como era de esperarse, llegó el tiempo en que la imaginación no fue suficiente, pues la bella adolescente pronto se enamoró de un joven al que conoció de esa forma… Entre las sesiones escolares, las clases de piano, las lecturas de la Biblia y los larguísimos rezos del rosario, Ignacia soñaba con que llegara la hora de acercarse a esa ventana, abrirla despacito, apenas un poco, y escuchar las bisagras rechinar y asomar parte de la cara para poder escuchar el galante saludo de aquel extraño, “Buenas tardes, princesa”, y ella responder con un susurro “las tenga usted, caballero”.

          Cabe decir que estos encuentros furtivos se realizaban cada vez con mayor frecuencia, principalmente a media noche para no ser descubiertos por la madre de esta, por lo que por un buen tiempo, tuvo Ignacia la costumbre de bajar a media noche, a hurtadillas, para encontrarse con aquél muchacho, y abrir un chiflón de la ventana, para platicar a susurros y voces bajas, acerca de todo lo que les pasara por la mente: libros, paisajes y pasajes románticos, música y enamoramientos eran de charla cotidiana.

            Al menos, hasta que llegó la fatídica fecha del décimo aniversario de la muerte de su padre, en que su madre, la húngara de negro, bajó las escaleras sin cenar y como durante los últimos diez años, se dispuso a salir en el carruaje a media noche. Nunca nadie supo a dónde iba, quizás al cementerio a purgar sus penas, quizás, se llegó a decir, a buscar algún beodo que le vendiera un rato de sexo pasajero. ¡Ignacia, te vas a ir al infierno!, sentenció mientras la bella muchacha sentía del pecho saltar el corazón, y acto seguido azotó la ventana y corrió escaleras arriba a esconderse bajo su cama. Aquella noche no durmió. “Y usted, joven, si valora a su familia, nunca más volverá a pasar por esta cuadra“.

           Al verlo vestido con uniforme del colegio militar, la dama de negro escribió una carta a la luz de una vela. Y en penumbras, selló con cera y envió a un conocido militar de la región, acompañada la misiva de un pequeño saco de monedas de oro. “Le ruego General, que envíe al muchacho al frente, pues es sueño de él y de su humilde familia, defienda a la patria contra la rebelión de Escobar”.

          Mirando el bajo-cama, esa noche Ignacia lloró desconsolada. No podía creer que había sido descubierta, y conociendo a su madre, imploró al cielo por una ayuda, una compasión que nunca llegó


          No pasó mucho tiempo en que la gente del pueblo se diera cuenta de lo sucedido, y curiosos, solían pasar por el callejón, percatándose que paciente, esperaba Ignacia con la ventana entreabierta, a que de vuelta se apareciera el joven que alguna vez le enamoró.

          Así, transcurrieron noches y noches, e Ignacia no lograba dormir, muchos dijeron, pareció la joven perder la razón, y ya no hubo fuerza humana ni su propia madres que lograra despegarla de la ventana, en la que permanecía toda la noche murmurando, rezando, rogando que tal o cual sombra, fuera de su amado que venía de nuevo a visitarla.

           Por ello, la dama de negro, un buen día llegó a su lado y peinándole el cabello, le comunicó que gracias a su esfuerzo, venía de Praga un joven noble para casarse con ella; que debía recuperar los bríos para retomar la vida que había trazado para ella. Ignacia, permaneció en silencio y se limitó sólo a llorar. Su madre, desesperada, le confesó que había enviado al joven al frente, y que hacía algunas semanas había muerto en batalla militar.

           Increíblemente, la dama de negro logró su cometido. Ignacia se levantó del lugar, le sonrió a su madre y besó su mano; con un beso que la hizo estremecer, pues fríos sintió sus labios. Nunca imaginó que la vida de ambas cambiaría a partir de esa escena.

            Una semana trascurrió desde que recibió la dura noticia, y el día viernes, la dama de negro se levantó de la mesa y se fue a dormir la siesta, sin saber que nunca más despertaría, pues tras cortas convulsiones, murió asfixiada con espasmos musculares y vómito y espuma, y silenciosos gemidos de dolor que nunca lograron salir en gritos. Esa misma noche, con el cadáver de la madre a su lado, Ignacia se sentó de nuevo en la ventana.

           Dicen los que saben de esta historia, que Ignacia nunca más se despegó de esa ventana de colonial fachada, ni siquiera para los servicios fúnebres de su madre, que terminó en fosa común pues no quiso la heredera pagarle entierro. Y es por ello común atender que de los transeúntes que pasaban por ahí todas las noches, la escuchaban platicar a solas, como si conversara con un fantasma, y sobresalían las palabras dulces, amables, preciadas, como aquellas que una mujer sólo reserva para un amante y “amable caballero”.

            Es pues por eso imprescindible contar también, que después de varios años, encontraron los vecinos un olor desagradable proveniente de la casa de Don Miguel de la Casa, que era habitada ya únicamente por la loca Ignacia, ya vieja. Llegaron las autoridades y entraron a la habitación, encontrando a Ignacia muerta, con los ojos blancos, la faz arrugada y pálida, casi calva, vestida de negro igual que su madre, y abrazando una fotografía que todos supusieron había sido de aquel caballero que alguna vez la cortejó.

          Y sirva este cuento entonces de advertencia, que a partir de ese día, en la noche de muertos de noviembre, es necesario guardarse en casa para de pronto, evitar encontrarse caminando solos en la zona del antiguo centro, quizás saliendo de un café o una cena, dónde sin darse cuenta, llegará el momento en que únicamente podrán escuchar la vaciedad de la noche y el retumbar de las propias suelas, con el aire frío entrando por la nariz y el sudor saliendo por la frente. Recuérdenlo muy bien, pues corren el riesgo de encontrarse de pronto en un callejón, frente a una ventana cuyas bisagras rechinen hasta quedar entreabierta. Forzosamente voltearán hacia ella, con el corazón retumbando, con el alma asustada y el cuerpo estremecido, y lograrán afinar los sentidos apenas lo suficiente para casi imperceptiblemente escuchar algunos murmullos del otro lado. Y ya habrá sido demasiado tarde. Detrás del vidrio, sucio y las cortinas roídas, habrán de encontrarse con la siniestra silueta encorvada y penante, de una vieja con faz desquiciada, desecha, y ya no podrán dar marcha atrás por más que quieran correr hacia el otro lado. Sus piernas no se los permitirán. A esa mujer, no le podrán nunca mirar los ojos pues estará vestida de negro y cubierta con un velo, apenas asomará la piel pálida y arrugada de la cara, y así sucederá año tras año, década tras década, hasta que encuentre a otro ser a quien confunda con su enamorado, matándolo al instante de un infarto para poder llevárselo a descansar con ella, en la paz eterna del infierno. Sirva entonces este cuento, de advertencia…

 

Leyenda de terror para el día de Muertos: Los muertos de Xochimilco

Los muertos de Xochimilco

Se cuenta que el 1o de noviembre, cada año de manera especial, al sonar las campanas de las iglesias cercanas; a las 12:00, las almas de los difuntos cruzan la zona de Xochimilco iniciando su camino a los poblados cercanos al lago, donde habitan sus dolientes.

Dice la tradición que al siguiente día, en la mañana, después del culto otorgado en el que a los muertos se les ofrece simbólicamente comida, bebida e incluso música, y una vez apagadas las velas que los recuerdan, las almas de los difuntos se retiran al retocar las campanas.

Se dice que el sonido de las campanas indica a las almas el camino correcto o que deben seguir para llegar a los poblados, primero salen de sus sepulcros, se reúnen y se distribuyen en las moradas que habitaban cuando vivos, y después se reúnen nuevamente para dirigirse al panteón.

Existe por ahí también una historia que circula de manera hablada en la que se decía que si alguien iba al lago de Xochimilco, uno se enamoraba irremediablemente del lugar y se perdía en la zona para nunca más regresar.

sábado, 16 de octubre de 2010

Elementos del altar de día de muertos

Día de los Muertos (2 de Noviembre)

Este día se celebra la máxima festividad de los muertos en México. La celebración está llena de muchas costumbres. A las personas les gusta ir y llevar flores a las tumbas de sus muertos pero para otras representa todo un rito que comienzan desde la madrugada cuando muchas familias hacen altares de muertos sobre las lápidas de sus familiares muertos, estos altares tienen un gran significado ya que con ellos se cree que se ayuda a sus muertos a llevar un buen camino durante la muerte.

Las familias pasan largas horas trabajando en el altar, muchos de estos altares son considerados verdaderas obras de artes, ya que reflejan el trabajo, dedicación y creatividad de la gente para ofrecer un buen altar. Existen muchas formas de realizar altares de muertos, la más sencilla la suele hacer mucha gente dentro de sus casas ya que sobre una mesa cubierta con un mantel se pone una fotografía de la persona fallecida, y se adorna con flores y algunos recuerdos.

Otros altares son realizados según la tradición, donde se establece que el altar debe de constar de 7 niveles o escalones que representan los 7 niveles que tiene que pasar el alma de un muerto para poder descansar. Estos altares se realizan generalmente en lugares donde exista un espacio grande donde pueda caber todo el altar, el cual debe ser barrido el cuarto con hierbas aromáticas hacia los cuatro vientos un día antes del día de muertos. Primero se construye o fabrica el esqueleto del altar ya sea con cajas de cartón, madera o lo que se encuentre a fin de que queden bien cimentados los 7 niveles, de los cuales el séptimo debe de estar casi a la altura del suelo y sobre él se pone el segundo nivel que es un poco más chico que el primero y así sucesivamente hasta llegar al primer nivel, cada escalón es forrado con tela negra y blanca. Cada escalón tiene un significado y debe contener ciertos objetos en específico:

  • Primer escalón se pone la foto del santo o virgen de la devoción.
  • Segundo escalón es para las ánimas del purgatorio.
  • Tercero se pone la sal para los niños del purgatorio.
  • Cuarto se pone pan llamado "pan de muerto", este pan es adornado con azúcar roja que simula la sangre, se recomienda que el pan sea echo por los parientes del difunto, ya que es una consagración.
  • Quinto se pone la comida y la fruta que fueron los preferidos por el difunto.
  • Sexto se pone la foto del difunto a quien se dedica el altar.
  • Ultimo se pone la cruz de un rosario hecho de tejocote y limas.

Las ofrendas que se ponen dentro del altar son las siguientes:

  • Se prenden cuatro velas principales formando una cruz orientada a los cuatro puntos cardinales, al lado del altar, se pone una olla de barro sobre un anafre con hierbas aromáticas: albahaca, laurel, romero, manzanilla y otras más.

Los elementos que debe tener un altar son:

  • Cadenas de papel morado y amarillo que significan la unión entre la vida y la muerte.
  • Papel picado que da colorido y alegría de vivir.
  • Las flores son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo; flor amarilla, la tierra y la morada el luto.
  • Velas que con sus llamas representan la ascensión del espíritu. También significan luz, guía del camino.
  • Lienzo blanco y nuevo que representa la pureza, el cielo.
  • El cirio representa el alma sola.
  • Incienso de copal cuyo humo simboliza el paso de la vida a la muerte.
  • El maíz representa la cosecha.
  • Las frutas son la ofrenda que nos brinda la naturaleza. Generalmente son cañas de azúcar, naranjas, tejocotes y jícamas.
  • Las calaveras de azúcar que son una costumbre indígenas.
  • El agua que da vida y energía para el camino.
  • Los platillos con las que se trata de agradar el difunto compartiendo los alimentos que le gustaban.
  • Fotografía de la persona a quien se dedica el tributo.
  • Un Cristo para que haya bendiciones.
  • Una cruz de cal que simboliza los 4 puntos cardinales.
  • Sal para que el cuerpo no se corrompa.
  • Un camino desde la puerta de la entrada hasta el altar formado con flor de cempasúchil.
  • Una vara para liberar al muerto del demonio y los malos espíritus.
  • Objetos personales del difunto.

Las personas velan durante la noche en la tumba esperando que el espíritu de su muerto baje y disfrute de su ofrenda.

Esta celebración es distinta en otros lugares, por ejemplo en Oaxaca se realizan alfombras enormes hechas de flores a lo largo de las calles principales que representan un verdadero trabajo artesanal de la gente, en otros lugares grupos étnicos realizan ritos como sus antepasados, para venerar a los muertos.

jueves, 1 de octubre de 2009

Ideas para el altar de muerto

Si deseas ver todos los recursos sobre el día de muertos busca la categoría en la parte derecha de la página.

Estas son algunas imagenes de altares de muertos que sin duda te serán de ayuda para realizar tu propio altar.




Significado del altar de muertos - día de muertos



Todos los elementos que componen un altar de muertos tienen su significado y simbolizan algo.

El Arco:

Realizado con carrizo de cañas, ramas de limonada o palma, hojas y tronco de plátano , flores de cempasúchil o flor de muerto, flores de papel crepé, banderitas de papel picado y donde cuelgan frutas y figuras de azúcar y cuya representación o significado es que el Señor (Dios) está con ellos.

Flor de Cempasúchil

Es la flor de muertos de los aztecas, fue lo que el Dios Huitzilopochtli les concedió como una forma de señalar las tumbas de los difuntos, esta flor es amarilla o anaranjada como el sol. Zempoal - Xóchitl significa veinte flores o flores de una sola cuenta y simbolizan la dualidad entre la vida y la muerte. En el altar pueden ir oras flores naturales o artificiales.

Sábana o mantel blanco

Representa la pureza. El mantel o frontal se adorna con pensamientos o epitafio

Veladoras y velas de cera pura encendidas.

Es junto con la flor de cempasúchil uno de los elementos principales, representa la religión católica y es el símbolo de la luz que expresa a Cristo caminando al cielo y la tierra, se colocan a los lados del camino de flores para ir guiando a cada una de la almas a su respectivo altar, ya que alumbran el camino de los difuntos a su llegada a las tinieblas. También se cree que la luz aleja todo mal que se interponga en el camino de las almas. Otro significado de las veladoras es que representen un lugar en la mesa para cada difunto, se coloca además una vela extra para él ánima sola, (espíritu) que vaga sola o sea los que no tienen familia. Las velas y veladoras de ser posible deben de ser de colores: las blancas para las vírgenes, las azules para los jóvenes, las verdes para los niños y las negras para los casados y adultos.

Fotografía.

De la persona a quien se dedica el tributo.

Objetos personales.

Indica la personalidad del difunto y pueden ser utensilios de trabajo así como ropa nueva ya que los muertos antes de reunirse en la mesa desean vestir sus mejores galas. A los niños se les pone juguetes de madera, palma o barco.

Imágenes de santos.

A los que fue devoto el finado o a quienes se les encomienda el descanso de su alma, se coloca al centro del altar, son dos imágenes que no pueden faltar: el Cristo de la Trinidad y la Virgen de Guadalupe.

Un camino de pétalos de flor de cempasúchil y piedras blancas

se coloca desde la puerta de la entrada hasta el altar como guía y aroma para que los muertos se acerquen al altar y recibir las ofrendas que ahí se les ponen.

Servilletas y manteles de papel china picado.

Se utiliza blanco para los niños y para los adultos negro, morado o de otro color de preferencia con la imagen de la muerte en situaciones diversas cantando, comiendo, vestida de gala, vestida de novia... pueden ser otras figuras: plátanos, flores,. El color que debe predominar es el morado porque significa luto.

Adornos mexicanos diversos.

Con el propósito de representar la alegría: banderitas de colores de papel picado, en una naranja, cadenas de papel.

Copal o incienso.

En sahumerio o cazuelas para purificar el ambiente y como guía para el alma de los difuntos. El copal indica que se recibe un alma ya juzgada y que goza de la gracia de Dios.

Agua (Algunos colocan agua bendita)

Para la sed, ya que los difuntos llegan sedientos por su largo viaje.

Sal.

Para evitar que lleguen ánimas negras o del mal. Para los sinsabores y altibajos de la vida.

Cruz de cal con limón.

Representa los cuatro puntos cardinales.

Vara de rosa

Para liberar al muerto del demonio o para ahuyentar a los malos espíritus.

Piñata de olla de barro.

Adornada con papel de china de colores.

Un moño de color negro.

Como símbolo de luto.

Calaveritas.

Pequeñas estrofas en rima que aluden a la forma de ser del muerto o que cuentan alguna anécdota de su vida. También se componen calaveritas a diversos personajes que están con vida a manera de burla.

Canasta de carrizo, ayate o morral.

Para que el muerto tenga donde llevar la ofrenda.

Huaraches

Calaveritas de azúcar.

Con el nombre de los amigos y parientes que participen en la puesta del altar. Ofrendas

Alimentos, significan las necesidades de los difuntos de fortalecerse para caminar en el más allá, hacia el lugar que habitan los dioses, los alimentos se colocan sobre una mesa en el centro de la casa en trastes o chiquihuites nuevos de preferencia. La comida debe ser la que le gustaba al desaparecido y tiene que ser muy aromática porque los difuntos se alimentan principalmente del aroma.

Entre los alimentos que no deben de faltar en un altar podemos mencionar: Frutas diversas (naranja, lima, mandarina, manzana, caña), verduras (chayóte, elote), dulces tradicionales ( calabaza, camote, calabaza en tacha, arroz con leche), platillos diversos (mole, asado, tamales, arroz, frijoles, tortillas, gorditas de maíz, atole, pan de muerto, champurrado, chocolate, café, aguas frescas, puros, cigarros, aguardiente).

LA COLOCACIÓN DE LAS OFRENDAS.

Con varios días de anticipación las familias se preparan para colocar la ofrenda. La ofrenda origina un intenso comercio de productos. Las ofrendas se colocan en los altares familiares o en mesas de uso cotidiano, las cuales se cubren con fina mantelería , papel de china picado, hojas de plátano o pétalos de hule según la costumbre de cada región. Sobre los manteles se ponen los diversos objetos de la ofrenda: flores diversas con sus respectivos floreros que pueden ser: cempasúchil, moco de pavo, mano de león terciopelo, flor de obispo, flor de todos los santos, nube, gladiola, margarita, o nardo, candelabros de loza negra, para los adultos o de colores para los niños, con sus respectivas ceras, una para cada difunto; sahumerios con copal o incienso,

hechos especiales para esta ocasión. Se ofrecen todos los alimentos que hayan sido del gusto de los difuntos, colocados en trastes o en chiquihuiles.

La ofrenda se adorna en muchos sitios con arcos de ramas verdes o plantas de plátanos, y esta precedida por las imágenes de los santos que son de la devoción familiar y fotografías de los parientes muertos,. En el caso de los niños muertos se les colocan dulces de " alfeñique", hechos de azúcar, los cuales toman diversas formas: animalitos,, canastitas de flores, zapatos, ánimas y ataúdes. En algunos lugares se les ponen juguetitos de barro pintado con colores brillantes, ya que piensan que los niños muertos también gustan de jugar durante la visita anual a su casa.

Al levantar la ofrenda de los adultos, se reparte la comida entre los niños, ya que se cree que las "animas" solo tomaron de los alimentos los aromas y la esencia. En ciertos poblados se convida algo de los alimentos de los difuntos a los músicos que, sin cobrar, van a las diferentes casas para tocar, cantar y rezar a los muertos. Este intercambio ritual de los alimentos trae consigo una fuerte convivencia que da cohesión social. Así se refuerzan los lazos familiares y amistosos de los pueblos y ciudades de nuestro país.

EL ARREGLO DE LAS TUMBAS.

Otro de los aspectos más importantes de la celebración es el arreglo de las tumbas. Con varios días de anticipación los hombres se entregan o encargan de limpiar el panteón, participando en faenas comunales reconstruyendo los sepulcros de tierra, pintan aquellos que están hechos de piedra o de manipostería, colocan nuevas cruces de madera, adornan las cruces con pétalos de cempasúchil, adornan las tumbas con cruces formadas de pétalos de cempasúchil esparcidos por el suelo, con mosaicos hechos de flores de diversos tipos, con ramos, coronas, candelabros con velas, veladoras, sahumerios con copal o incienso, canastas con ofrendas o pequeñas casitas hechas con palma y ramas, como sucede en Chilac, Puebla.

En muchos sitios la creatividad popular se manifiesta de manera patente, resultando tumbas que son verdaderas obras de arte, como sucede en San Antonio, Tecomitl, poblado perteneciente a la delegación de Milpa Alta.

Via: Ultrabits

Historia del día de muertos



Dos de las celebraciones populares más importantes en nuestro país son las de todos los santos y fíeles difuntos, siendo producto de dos tradiciones culturales: la hispana y la indígena. Ambas coinciden con el fin de ciclo agrícola de muchos productos, entre ellos el maíz de temporal y la calabaza.

El día de muertos es el tiempo en que las almas de los parientes fallecidos regresan a la casa a convivir con sus familiares vivos.

El calendario católico marca el día lo. de noviembre como dedicada a todos los santos, y el día 2 a los fíeles difuntos, pero la tradición popular da otras fechas en que se celebra; el 28 de octubre como día de los muertos o matados en accidentes; el día 30 para las personas que murieron sin ser bautizadas, el lo. de noviembre a los niños que murieron sin ser bautizados y el día 2 a los muertos adultos.

Las festividades de todos los santos y fíeles difuntos consisten en una serie de prácticas y rituales entre los que destacan la recepción y despedida de las ánimas, la colocación de ofrendas o altares de muertos, el arreglo de las tumbas, la velación en los cementerios y la celebración de los oficios religiosos.

A las ánimas se les recibe con rezos, quema de copal o inciensos, repique de campanas, con palabras dirigidas al familiar y en ocasiones con música de violín y guitarra. Sus tumbas deben estar limpias y adornadas, señalándoseles el cambio camino con pétalos de cempasúchil o con velas encendidas que se colocan desde la entrada de la casa. En algunos pueblos se va ai panteón con música de banda.

Se le atribuye al Fraile Francisco Sebastián de Aparicio en 1563 el logro de esta mezcla de costumbres de nuestros indígenas con las cristianas de los españoles que nos conquistaron, en pocas palabras, lo que hacen los sacerdotes es cristianizar las costumbres de los indígenas .

Via: Ultrabits

Poesía al dia de muertos - 2 de noviembre


Una tradición muy mexicana es el día de muertos, y en las escuelas primarias se celebra para enseñar a los alumnos las tradiciones y la cultura que existe en nuestro país, por lo que ahora les pongo a su disposición una poesía a los Muertos, la cual pueden decir una vez que se haya montado el altar.



Mujer de mirada triste

Mujer de mirada triste:
¿díme que ves en las velas,
son espectros de la noche
o son flores de la tierra?

¿Qué guardas en tu regazo,
llena de luz, transparente,
si hasta el aire del espacio
tu piel morena parece?

Doble llama en el sentido,
doble dolor, doble ausencia,
las flores se han vuelto ríos
y los perfumes se quejan.

Contemplación de la noche,
velación de la quimera,
manojo de luces, ecos,
transnochándose la espera..

Mujer de mirada dulce,
las llamas sacan sus lenguas;
se están burlando del tiempo
o están latiendo las treguas.

En tu rostro iluminado
la vida rejuvenece,
noche de oro en la mirada
para los que aman la muerte.

Para los que aman la vida
es noche de desconcierto,
la cera besa las flores
y la llama el sentimiento.



Julie Sopetrán, 1995
(Poetisa española)

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