miércoles, 5 de septiembre de 2012

Corrido a la Muerte de Zapata

Escuchen, señores, oigan el corrido,
de un triste acontecimiento;
pues en Chinameca fue muerto a mansalva
Zapata, el gran insurrecto.

Abril de mil novecientos
diecinueve, en la memoria
quedarás del campesino
como una mancha en la historia.

Campanas de Villa Ayala,
¿por qué tocan tan dolientes?
–Es que ya murió Zapata
y era Zapata un valiente.

El buen Emiliano que amaba a los pobres
quiso darles libertad;
por eso los indios de todos los pueblos
con él fueron a luchar.

De Cuautla a Amecameca,
Matamoros y el Ajusco,
con los pelones del viejo
don Porfirio se dio gusto.

Trinitaria de los campos
de las vegas de Morelos,
si preguntan por Zapata,
di que ya se fue a los cielos.

Le dijo Zapata a don Pancho Madero,
cuando ya era gobernante:
–Si no das tierras, verás a los indios
de nuevo entrar en combate.

Se enfrentó al señor Madero,
contra Huerta y a Carranza,
pues no le querían cumplir
su plan que era el Plan de Ayala.

Corre, corre, conejito,
cuéntales a tus hermanos:
Ya murió el señor Zapata,
el coco de los tiranos.

Montando con garbo en yegua alazana,
era charro de admirar;
y en el coleadero era su mangana
la de un jinete cabal.

Toca la charanga un son
de los meros abajeños;
rueda un toro por la arena,
pues Zapata es de los buenos.

Una rana en un charquito
canta en su serenata:
–¿Dónde hubo un charro mejor
que mi general Zapata?

Con mucho entusiasmo aplaude la gente,
hasta niñas concurrieron,
que el jefe Zapata y sus generales
dondequiera se lucieron.

Con jaripeo celebraba
su victoria en la refriega
y entre los meros surianos,
que es un charro, nadie lo niega.

Camino de Huehuetoca
preguntaba así un turpial:
–Caminante, ¿qué se hizo
del famoso caporal?

Nació entre los pobres, vivió entre los pobres
y por ellos combatía,
–No quiero riqueza, yo no quiero honores–
a todos así decía.

En la toma de Jojutla
dice un mayor a su gente:
–Tráete al general García
que le entre conmigo al frente.

A la sombra de un guayabo
cantaban dos chapulines:
–¡Ya murió el señor Zapata,
terror de los gachupines!

Cuando acaba la refriega
perdona a los prisioneros,
a los heridos los cura
y a los pobres da dinero.

Estrellita que en las noches
te prendes de aquellos picos,
¿dónde está el jefe Zapata
que era azote de los ricos?

Cuando yo haya muerto –dice a un subalterno–
les dirás a los muchachos:
–Con l’ arma en la mano defiendan sus ejidos
como deben ser los machos.

Dice a su fiel asistente
cuando andaba por las sierras:
–Mientras yo viva, los indios
serán dueños de sus tierras.

Amapolita olorosa
de las lomas de Guerrero,
no volverás a ver nunca
al famoso guerrillero.

Con gran pesadumbre le dice a su vieja:
–Me siento muy abatido,
pues todos descansan, yo soy peregrino,
como pájaro sin nido.

Generales van y vienen
dizque para apaciguarlo;
y no pudiendo a la buena
un plan ponen pa’ engañarlo.

Canta, canta, gorrioncito,
di en tu canción melodiosa;
–Cayó el general Zapata
en forma muy alevosa.

Don Pablo González ordena a Guajardo
que le finja un rendimiento,
y al jefe Zapata disparen sus armas
al llegar al campamento.

Guajardo dice a Zapata:
–Me le rindo con mi tropa,
en Chinameca lo espero,
tomaremos una copa.

Arroyito revoltoso,
¿qué te dijo aquel clavel?
–Dice que no ha muerto el jefe,
que Zapata ha de volver.

Abraza Emiliano al felón Guajardo
en prueba de su amistad,
sin pensar el pobre que aquel pretoriano
lo iba a sacrificar.

Y tranquilo se dirige
a la hacienda con su escolta;
los traidores le disparan
por la espalda a quemarropa

Jilguerito mañanero
de las cumbres soberano,
¡mira en qué forma tan triste
ultimaron a Emiliano!

Cayó del caballo el jefe Zapata
y también sus asistentes.
Así en Chinameca perdieron la vida
un puñado de valientes.

Señores, ya me despido,
que no tengan novedad
Cual héroe murió Zapata
por dar Tierra y Libertad.

A la orilla de un camino
había una blanca azucena,
a la tumba de Zapata
la llevé como ofrenda...

.

La adelita - Corrido revolucionario

En lo alto de una abrupta serranía
apostado se encontraba un regimiento
y una moza que valiente lo seguía,
locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita,
las mujer que el sargento idolatraba,
porque a más de ser valiente era bonita,
y hasta el mismo coronel la respetaba.

Y se oía, que decía,
aquel que tanto la quería:
Soy soldado y la Patria me llama
para sus campos, que vaya a pelear

Adelita, Adelita de mi alma,
no me vayas por Dios a olvidar.
Si Adelita se fuera con otro,
la seguiría por tierra y por mar,
si por mar en un buque de guerra,
si por tierra en un tren militar.

Y si Adelita quisiera ser mi novia,
y si Adelita fuera mi mujer,
le compraría un vestido de seda
para llevarla a bailar al cuartel.

Carabina 30-30 Corrido revolucionario

Con mi treinta treinta me voy a alistar
y engrosar las filas de la rebelión,
para conquistar, conquistar libertad,
a los habitantes de nuestra nación.

Con mi treinta treinta me voy a pelear
y a ofrecer la vida en la revolución,
si mi sangre piden, mi sangre la doy,
por los habitantes de nuestra nación.

Carabinas treinta treinta
que cargamos los rebeldes
que viva el Señor Madero
desde´l veinte de noviembre.

Gritaba Francisco Villa:
¿Dónde te hallas Argumedo?
Nos veremos en Bachimba
tú que nunca tienes miedo.

Madre mía de Guadalupe,
tú me has de favorecer,
para no rendir las armas
hasta morir o vencer.

Ya nos vamos pa´ Chihuahua
ya se va tu negro santo,
si me “quebra” alguna bala
ve a llorarme al camposanto.

La soldadera, Poesia revolucionaria

Vente mi Juana, vente conmigo,
que la campaña ya va a empezar,
serán tus ojos mi solo abrigo
y al enemigo sabré matar.

Mi Juana ¿no oyes a los clarines
cómo vibrantes tocan reunión?
De los caballos flotan las crines
y está en maitines mi corazón.

Voy con orgullo tras mi bandera
y te aseguro que he de triunfar,
si está repleta mi cartuchera,
mi soldadera me ha de animar.

Si me atraviesan en el combate
y muerto queda tu zapador,
recoge mi alma, busca el empate,
aunque te mate vil invasor.

Mas cuando el triunfo ya se decida
y haya ganado mi batallón,
busca mi cuerpo, bien de mi vida,
pon en mi herida tu corazón.

Mas si las balas, aunque certeras,
mi alma respetan, y mi valor,

te haré unas naguas o lo que quieras
con las banderas del invasor.

Y cuando el triunfo se determine,
después de todo te pienso hacer
unos aretes con sus medallas,
a ver si te hallas a tu placer.

Calavera a Francisco I. Madero

De la Hacienda del Rosario
un “tremendo” vinatero
con arrojo temerario
y amor patrio verdadero,

partió heroico y decidido
a recorrer las ciudades,
a hablarle al pueblo oprimido
de sus santas libertades.

Y el “tremendo” vinatero,
“terror” de la aristocracia,
fue don Francisco I. Madero,
genio de la democracia.

Pues bien, Panchito se ha muerto:
¿Qué cómo? Voy a decirlo,
y mi relato es tan cierto

que no podrán desmentirlo.

Un montón de calaveras
hicieron los maderistas,
en poblaciones distintas
con sus balas tan certeras.

Calaveras, a millares,
hicieron, en la trifulca,
en Puebla y en Ciudad Juárez,
Chihuahua, Cuautla y Pachuca.

Y con sin igual fortuna
siguió avanzando Madero…
¡Él era otro en la tribuna!
El más “águila” y “parlero”.

Al pueblo le prometió:
romper las duras cadenas,
causa de todas sus penas
y ese pueblo lo siguió….

Después de las elecciones,
tuvo el “puesto preferente”.
Pero hubo muchas cuestiones
por el vicepresidente.

Madero a todos decía
en discursos “singulares”
que al pueblo le convenía
elegir a Pino Suárez...

Tal fue siempre su opinión.
Y se debe convenir

en que lo quiso decir
porque era su convicción.

Más decían que era “palero”
y “empinado” y... ¡qué sé yo!
¡Tantas cosas le dijeron,
Que “Panchito” se enfermó!

Don Emiliano Zapata,
de oír la calumnia llora,
de la gente tan “ingrata”
se convirtió en calavera…

Y los pobres “peladitos”
viendo llegar la de malas
se pusieron bien bonitos
con aguardiente de Parras.

Y los bravos maderistas,
que se batieron de veras,
unidos a los pancistas,
se volvieron calaveras.

Sánchez Azcona también
a causa de su sordera,
en ese horrible va-y-ven,
se convirtió en calavera….

Chucho Urueta falleció
de laringitis aguda…
Sería “a resulta” sin duda,
de algún discurso que “echó”.

 

Y perdiendo la salud,
don Gustavo y don Ernesto,
también de tristeza han muerto
de ver tanta “ingratitud”.

Y todos ellos, sin excepción,
tanta bilis derramaron,
que en calaveras pararon
y hoy están en el panteón.

La muerte, que es buena “parcia”,
no quiso que otros gozaran
el pan de la “democracia”
que los muertos les dejaran.

Y arremetió con furor
y con impulsos terríficos
contra todos los “científicos”
que ya causaban terror.

A Vázquez Gómez hirió
con su guadaña iracunda,
y en una fosa profunda
sin piedad lo sumergió.

Sólo a Zúñiga y Miranda
no le quiso hincar el diente…
Quién quita y al rato, salga
elegido… Presidente…

Poema contra Porfirio Díaz

 

Nunca me acaba de coger de nuevo,
que siendo tan bueno y compasivo,
al subir al poder ejecutivo
en ti mismo encontraras el relevo.

Hoy al mirar tus gracias me conmuevo,
te has vuelto engañador superlativo,
voluntarioso, indómito, nocivo
y otras mil cosas que decir no debo.

 

Con el pueblo infeliz haces adobo
a la nación la tratas como nabo,
ya no vale la ley un gordolobo.

 

Todo contigo sufre menoscabo
y como ya te tienen hecho el bobo,
seguro nos desuellas hasta el rabo.

Poema el Piojo

Que el lunes me pica un piojo y hasta el martes lo agarré,
para poderlo amarrar cuatro reatas reventé.
Para poderlo alcanzar ocho caballos cansé,
para poderlo matar cuatro cuchillos quebré.

Para poderlo guisar a todo el pueblo invité,
de los huesos que quedaron un potrerito cerqué.
De camino para León iba con un zapatero,
y ya me daba el ingrato veinte pesos por el cuero.

El cuerito del piojito lo quiero para botines,
para hacerle su calzado a esa bola de catrines.
El cuerito no lo vendo, lo quiero para tacones,
para hacerle su calzado a esa bola de ca…rteras,
y carteritas, bolsitas, para guardar,
volantes, los necesarios, y poderme organizar.

Que el lunes me pica un piojo y hasta el martes lo agarré,
para poderlo amarrar cuatro reatas reventé.
Para poderlo alcanzar ocho caballos cansé,
para poderlo matar cuatro cuchillos quebré.

Para poderlo guisar a todo el pueblo invité,
de los huesos que quedaron un potrerito cerqué.
De camino para León iba con un zapatero,
y ya me daba el ingrato veinte pesos por el cuero.

El cuerito del piojito lo quiero para botines,
para hacerle su calzado a esa bola de catrines.
El cuerito no lo vendo, lo quiero para tacones,
para hacerle su calzado a esa bola de cabrones,
y cabroncitos, hijitos de su mamá,
que roban lo necesario, para que pobre siga mi apá.

El Barzón - Poesía de la Revolución

Esas tierras del Rincón
las sembré con un buey pando,
se me reventó el barzón
y sigue la yunta andando.


Cuando llegué a media tierra
el arado iba enterrando,
se enterró hasta la telera,
el timón se deshojó,
el barzón se iba trozando,
el yugo se iba pandeando,
el sembrador me iba hablando,
yo le dije al sembrador:
–No me hable cuando ande arando.
Se me reventó el barzón
y sigue la yunta andando.

Cuando acabé de pizcar,
vino el rico y lo partió,
todo mi maiz se llevó,
ni pa’ comer me dejó.
Me presenta aquí la cuenta:
–Aquí debes veinte pesos
de la renta de unos bueyes,
cinco pesos de magueyes,
que te prestamos,
una anega, tres cuartillas
de maiz que te habilitamos,

siete pesos de cigarros,
seis pesos... no sé de qué...
¡pero todo está en la cuenta!
...a más de los veinte reales
que sacaste de la tienda...
...con todo el maiz que te toca
no le pagas a la hacienda
pero cuentas con mi tierra
pa’ seguirla trabajando.
Ora vete a trabajar
pa’ que sigas abonando.

Nomás me quedé pensando:
sacudiendo mi cobija,
haciendo un cigarro de hoja:
–¡Qué patrón tan sinvergüenza,
todo mi maiz se llevó
para su maldita troje!
¡se me reventó el barzón,
y sigue la yunta andando!

Cuando llegué a mi casita
me decía mi prenda amada:
Le respondí yo muy triste:
–El patrón se lo llevó
por lo que debía en la hacienda,

Ora voy a trabajar
para seguirle abonando,
veinte pesos, diez centavos
son los que salgo restando.
Me decía mi prenda amada:
–¡Ya no trabajes con ese hombre,
nomás nos está robando!,
anda al salón de sesiones,
que te lleve mi compadre,
¡ya no le hagas caso al padre,
¡él y sus excomuniones!
ni tú tienes pantalones,
nomás me quedé pensando.
Me decía mi prenda amada:
–¡Que vaya el patrón al cuerno!
Cómo tuviéramos de hambre
si te has seguido creyendo
de lo que te decía el cura,
¡Viva la Revolución!
¡Muera el Supremo Gobierno!

¡Se me reventó el barzón
y siempre seguí sembrando!


pero me dijo el patrón
que contara con la tienda...

Biografías cortas de los niños héroes para asamblea


AGUSTIN MELGAR
Soy Agustín Melgar, Nací en  Chihuahua, Chihuahua, en 1832. Fui hijo del teniente coronel Esteban Melgar y de María de la Luz Sevilla, quedé huérfano de ambos muy niño.
Solicité mi ingreso al Colegio el 4 de noviembre de 1846. El 4 de mayo de 1847 fui dado de baja por haber faltado a una revista de comisario. Presenté reiteradamente nuevas solicitudes y fuí reincorporado en calidad de cadete “agregado”, el 8 de septiembre de ese año. 
Morí el 13 de septiembre de 1847, después de haber matado a varios invasores norteamericanos en las escaleras del castillo de Chapultepec.

FERNANDO MONTES DE OCA
Nací en Azcapotzalco, entre 1828 y 1832. Mis padres fueron José María Montes de Oca y Josefa Rodríguez.
 Ingresé a la Compañía de Cadetes. Fuí uno de los alumnos que se quedaron voluntariamente  en el Colegio contrariando la recomendación del general Monterde en el sentido de que nos retiraríamos a nuestras casas.
Morí por la Patria el 13 de septiembre de 1847, al saltar por una ventana para incorporarme al resto de alumnos que defendían la entrada del Bosque; ahí fui cazado por los norteamericanos.

FRANCISCO MARQUEZ
NacÍ en Guadalajara, Jalisco, en 1834. Fui huérfano de padre, hijo de Micaela Paniagua e hijastro del capitán de caballería Francisco Ortiz. Solicité ingresar al Colegio el 14 de Enero de 1874.
Permaneció a la Compañía de Cadetes. Y morí el 13 de septiembre en la falda del cerro que mira al este junto a  Juan Escutia, ambos acribillados a balazos; Era el más joven de todos. 



JUAN DE LA BARRERA
NacÍ en la Ciudad de México en 1828, fui hijo del general Ignacio María de la Barrera y de Juana Inzárruaga. Fuí miembro del Ejército desde los 12 años, privilegio que se concedía únicamente a los hijos militares. Por mi intachable conducta durante la asonada conocida como Plan  de Regeneración Política, se me dio el grado de subteniente de la 4ª Compañía de Brigada de Artillería (1841). Sin embargo, solicité ingresar al Colegio en 16 de septiembre de 1843 “para ser un oficial verdaderamente científico”, petición que se me aceptó 2 días después. 

 
Ayudé a la construcción de algunas fortificaciones alrededor del Cerro durante 1847, formando en el Batallón de Zapadores con el grado de teniente. Morí defendiendo una de las baterías instaladas a la entrada del Bosque de Chapultepec, donde se unen las calzadas de Chapultepec y Tacubaya.


JUAN ESCUTIA

NacÍ en Tepic, antiguo Cantón de Jalisco, hoy Nayarit, entre 1828 y 1832. Se ignora quienes fueron mis padres padres. Ingresé al colegio como cadete el 8 de septiembre de 1847. 
Fuí subteniente de artillería, era encargado de guardar el torreón en el que ondeaba la bandera nacional y ante la inminente entrada del ejército invasor a la fortaleza, tomé la bandera de México me envolví en ella y salté a la ladera con el fin de que no cayera en manos del enemigo.
Morí el 13 de septiembre de 1847, mi cadáver se encontró en la falda del cerro que mira al este., junto al de Francisco Márquez.

VICENTE SUAREZ
NacÍ en la ciudad de Puebla en 1833. Hijo del primer ayudante de caballería, comandante de escuadrón Miguel Suárez y de María de la Luz Ortega, presenté la solicitud de ingreso al Colegio como cadete el 21 de octubre de 1845.  
Fui muerto por  defender la Patria en el puesto de centinela, el 13 de septiembre de 1847. Marqué el alto a los asaltantes, que continuaron avanzando. Mate de un balazo a uno de ellos y herí  de un bayonetazo en el estómago a otro, fui muerto en mi puesto luchando contra un arma blanca. 

Reseña de los Niños Héroes para asamblea


Durante la guerra declarada a México por Estados Unidos con el fin de obtener los territorios de Alta California y Nuevo México, el ejército estadounidense, bajo el mando del General Winfield Scott, atacó el Castillo de Chapultepec donde se encontraba situado el colegio militar. Los jóvenes cadetes, niños y adolescentes casi todos, que formaban el batallón a cargo de Nicolas Bravo, dieron muestra de valentía al resistir la agresión y peleando inclusive cuerpo a cuerpo. Sin embargo al final, los norteamericanos tomaron el castillo.

Cuando el ejército americano comandado por el general Winfield Scott iniciaba el ataque al Castillo de Chapultepec el 13 de Septiembre de 1847, el director del Colegio ordenó que todos los cadetes abandonaran el castillo y regresaran con sus familias. En ese entonces el Castillo de Chapultepec albergaba al Colegio Militar, los cadetes rehusaron abandonar el castillo y se quedaron en sus puestos, sabiendo que estaban sacrificando sus vidas.

Después de un despiadado bombardeo, los ejércitos americanos comenzaron a escalar hacia el castillo, donde encontraron la resistencia heróica del Batallon de San Blas; los defensores no pudieron resistir el ataque y murieron en sus puestos. Cuando los invasores llegaron al edificio, la lucha se hizo cuerpo a cuerpo y, en este desigual duelo, los cadetes mexicanos, entre los que destacan: Juan Escutia, Fernando Montes de Oca, Agustin Melgar, Vicente Suárez, Juan de la Barrera y Francisco Marquez, dieron el ejemplo de morir por su patria.

El cadete Juan Escutia había ingresado al Colegio Militar apenas el 9 de septiembre, desempeñaba el servicio de vigilante en el mirador del castillo cuando éste fue asaltado. Al ser tomado el castillo, Escutia tomó la Bandera Nacional para impedir que el enemigo se apoderará de ella, pero como había sido herido gravemente, se trepó al parapeto y se arrojó al abismo envuelto en su bandera, quedó muerto cerca del sitio donde se levantó el primer monumento a los Niñós Héroes.


Himno al colegio Militar . Letra para festival del 13 de septiembre


HIMNO AL COLEGIO MILITAR


Vibre el clarín de la guerra
resuenen las fanfarrias
redoblen los tambores
una marcha triunfal

y lleven de la patria
a todos los confines
tu nombre sacrosanto
Colegio Militar
tu nombre sacrosanto
Colegio Militar

Colegio sacrosanto
de memorias benditas
donde forjaran sus almas
Montes de Oca y Melgar

La patria bate marcha
de honor a tu pasado
de epopeyas gloriosas
y de nombre inmortal

y en un gesto sublime de amor y de cariño
bendice a los efebos que supieron morir
bañados por las ráfagas de luz esplendorosa
que el ángel de la gloria enviara del cenit.

Vibre el clarín de la guerra
resuenen las fanfarrias
redoblen los tambores
una marcha triunfal

y lleven de la patria
a todos los confines
tu nombre sacrosanto
Colegio Militar
tu nombre sacrosanto
Colegio Militar

Los cadetes del colegio militar - Letra


LOS CADETES DEL COLEGIO MILITAR.

Los cadetes del colegio militar
Son ejemplo de heroísmo y mucho honor
Y al servicio de la patria
Ponen el alma y corazón

Escribieron su gloriosa tradición
Con su sangre a defender Chapultepec,
Larga vida por su bandera,
Para todos debe ser nuestro deber.

Los cadetes del colegio militar
Son ejemplo de heroísmo y mucho honor
Y al servicio de la patria
Ponen el alma y corazón

Vivan siempre dentro de tu corazón
Los cadetes del colegio militar
Juan Escutia, de la barrera
Montes de Oca, Suarez,
Márquez y Melgar.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Poesía al 13 de Septiembre - día de los Niños Héroes de Chapultepec

Viva el 13 de septiembre

 

La semana de la patria

Con toda solemnidad

Viene a festejar mi escuela

Su gloriosa libertad.

 

Cual futuros ciudadanos

Palpitando de emoción

Rendiremos mil honores

Al glorioso pabellón

 

Desde el Bravo hasta el Suchiate

Y del uno al otro mar

México celebra airoso

Su inefable libertad.

 

Grandes fechas me recuerdan

De mil héroes el valor,

Y por eso les rendimos

Nuestro inmenso y alto honor.

 

Niños héroes del ayer;

Los pequeños aguiluchos

Nos dieron su gran ejemplo

Peleando en Chapultepec.

 

Rendiremos homenaje

Nuestra eterna gratitud

A los bravos aguiluchos

Por su bélica actitud

 

Su sangre a la patria dieron

Con asombro singular

En la heroica defensiva

Del colegio militar

 

¡Viva el 13 de Septiembre

Día de heroica excelsitud!

¡Y que viva, Mexicanos,

El día de la Juventud!

sábado, 1 de septiembre de 2012

Poesía coral a los Niños Héroes

Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.

Allí fue... los sabinos la cimera 
con sortijas de plata remecían;
cantaba nuestra eterna primavera su himno al sol: era diáfana la esfera;
perfumaba la flor..., ¡y ellos morían!

Allí fue... los volcanes en sus viejos albornoces de nieve se envolvían,
perfilando sus moles a lo lejos;
era el valle una fiesta de reflejos,
de frescura, de luz... ¡y ellos morían!

Allí fue... Saludaba al mundo el cielo,
y al divino saludo respondían
los árboles, la brisa, el arroyuelo,
los nidos con su trino del polluelo,
las rosas con su olor ...¡y ellos morían!

Morían cuando apenas el enhiesto
botón daba sus pétalos precoces,
privilegiados por la suerte en esto:
que los que aman los dioses mueren presto 
¡y ellos eran amados de los dioses!

Sí, los dioses la linfa bullidora
cegaban de esos puros manantiales,
espejos de las hadas y de Flora,
y juntaban la noche con la aurora
como pasa en los climas boreales.

Los dioses nos robaron el tesoro
de esas almas de niños que se abrían
a la vida y al bien, cantando en coro...
Allí fue... la mañana era de oro,
Septiembre estaba en flor... ¡y ellos morían!

Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.

No fue su muerte conjunción febea
ni puesta melancólica de Diana.
sino eclipse de Vésper, que recrea
los cielos con su luz, y parpadea
y cede ante el fulgor de la mañana.

Morir cuando la tumba nos reclama,
cuando la dicha suspirando quedo,
"¡Adiós!", murmura, y se extinguió la llama
de la fe, y aunque todo dice.. "¡Ama!",
responde el corazón: "¡Si ya no puedo...!";

cuando solo escuchamos donde quiera
del tedio el gran monologar eterno,
y en vano desparrama Primavera
su florido caudal en la pradera,
porque dentro llevamos el Invierno,

bien está...más partir en pleno día,
cuando el sol glorifica la jornada,
cuando todo en el pecho ama y confía,
y la Vida, Julieta enamorada,
nos dice: "¡No te vayas todavía!";

y forma la ilusión mundos de encaje,
y los troncos de savia están henchidos
y las frondas perfuman los boscajes,
y los nidos salpican los frondajes,
y las aves arrullan en los nidos,

es cruel....Mas, entónces, ¿por qué ahora
muestra galas el Bosque y luce aliños?
¿Por qué canta el clarín con voz sonora?
¿Por qué nadie está triste, nadie llora
delante del recuerdo de esos niños?

Porque más que la vida, bien pequeño;
porque más que la gloria, que es un sueño;
porque más que el amor, vale, de fijo,
la divina oblación ,y en una losa
este bello epitafio: "Aquí reposa;
dio su sangre a la Patria: ¡Era un buen hijo!"

Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.

Descansa, Juventud, ya sin anhelo,
serena como un dios, bajo las flores
de que es pródigo siempre nuestro suelo;
descansa bajo el palio de tu cielo
y el santo pabellón de tres colores.

Descansa, y que liricen tus hazañas
las voces del terral en los palmares,
y las voces del céfiro en las cañas,
las voces del pinar en las montañas
y la voz de las ondas en los mares.

Descansa, y que tu ejemplo persevere,
que el amor al derecho siempre avive;
y que en tanto que el pueblo que te quiere
murmura en tu sepulcro: "¡Así se muere!",
la fama cante en él: "¡Así se vive!".

Como renuevos cuyos aliños
un viento helado marchita en flor,
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.

Señor, en cuanto a ti, dos veces bravo,
que aquí defiendes el hollado suelo
tras haber defendido el suelo esclavo,
y hoy en el sitio dormirás al cabo
donde el águila azteca posó el vuelo;

Señor, en cuanto a tí, que noble y fuerte,
llegaste del perdón al heroísmo,
perdonando en tu triunfo a quien la muerte
dio a tu padre infeliz, y de esta suerte
venciéndote dos veces a ti mismo:

¡ven, únete a esos niños como hermano
mayor, pues que su gloria fue tu gloria,
y llévalos contigo de la mano
hacia el solio de Jove soberano
y a las puertas de bronce de la Historia!

Amado Nervo
Septiembre de 1903

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