sábado, 23 de octubre de 2010

Poema a los Héroes de la Independencia – Asamblea escolar del 16 de septiembre

ante el altar de los caudillos de la independencia

Manuel Brioso y Candiani

México, al recordar la ardiente guerra

a que debió su sacra autonomía,

convoca a las naciones de la tierra

a convivir con ella en armonía.

 

Ya no es el español el hombre odiado

que provocara cólera o rencores;

es el colono, por la ley llamado,

para entregarse en paz a sus labores.

 

¿Qué mejor oblación en los altares

de Hidalgo, de Morelos y Guerrero,

que ofrecer nuestra mano y nuestros lares,

transformando en nativo al extranjero?

 

La sangre por doquiera derramada

de aquella lucha, en los heroicos hechos,

da su fruto en la tierra liberada:

por eso surgen ya nuevos derechos.

 

México en otro tiempo campo rojo,

sin ley augusta y sin precisa norma,

que incitaba al pillaje y al despojo,

en pueblo laborioso se transforma.

 

Abre los brazos al obrero honrado

y de la servidumbre lo redime

para que viva siempre emancipado

de la miseria amarga que lo oprime.

 

Al que la tierra con afán cultiva,

lo alienta para ser un propietario,

y su esperanza y su trabajo aviva,

librándolo de todo victimario.

 

Si antes nos agobió el encomendero

con su avaricia y su crueldad odiosa,

ya no hay trabas que opriman al obrero,

ni al campesino en la heredad fructuosa.

 

Escuelas, bibliotecas y talleres

impulsan ya al estudio o la tarea

a ignaras mas no inútiles mujeres,

y al indio analfabeto de la aldea.

 

Tales son los presentes redentores

traídos de la patria a los altares

son los frutos más sanos, los mejores

de las grandes contiendas seculares.

 

¡Que venga hacia este suelo el que confíe

en la rica cosecha del mañana,

que ya una nueva aurora nos sonríe

en esta fértil tierra mexicana!

 

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