jueves, 21 de octubre de 2010

Maistrito de pueblo - poesía para el dia del maestro

MAISTRITO DE PUEBLO

Por ABRAHAM RIVERA SÁNCHEZ


Que ya te dije que no
Y tus caprichos no acepto,
Aunque me dejes de hablar,
Aunque te sientas molesto,
Aunque me cuelgues la cara,
Y aunque me hagas sentimientos,
No he de darte permiso...
Antes te saco cuero.
Tanto dinero he gastado,
Tanto celo, tanto empeño...
La primaria, la secundaria,
Prepa y curso propedéutico,
tanta hablada de tu parte
Con todos tus compañeros
Diciendo...que tu serías
Un profesionista bueno,
Que ibas pa’ licenciado,
O que sino serías... médico,
Contador, militar, cura,
Político o ingeniero.
Y hoy que estás como chiflado,
O loco te estás volviendo,
Me sales de babosote
Con la idea de ser maestro...
Tanto dinero gastado,
Tanto afán y tanto empeño,
Tantas felicitaciones
De amigos y compañeros...
Para que hoy... ¡con gran cinismo!
Tú me digas... "ya no quiero
Llegar a ser burgués cursi,
Sino preciado maestro".
¿Qué no te va a dar vergüenza
de rebajarte tan feo?
¿Qué no vas a sonrojarte
de bajar a tal empleo?
¿Maistrito? ¡Qué gran cosa!
¡Qué dignidad! ¡Qué talento!
¡Qué porvenir! ¡Qué importancia!
¡Qué prestigio! ¡Qué abolengo!
Maistrito de escuela... un torpe que nada sabe de cierto,
Haragán, irresponsable,
Vago, pobre... un majadero.
Maistrito... sólo un Don nadie,
Un vulgar vago del pueblo,
Que va a organizar plantones,
Marchas, huelgas y jaleos.
Un flojo que sólo quiere
Ganar dinero y dinero
Sin importarle los niños,
Ni sentir el magisterio,
Que no venera la patria,
hombre ruin politiquero,
pues para él sólo es valioso
pasarla de mitotero.
Explíqueme... licenciado,
Dígame usted... ingeniero,
¿Qué va a enseñarle a los niños?
¿Cómo va a orientar al pueblo?
¿Cómo va a exponer su clase
a los niños de primero?
Si usted no sabe contar,
Ni jugar, ni está contento,
Ni sabe del trato amable,
Y menos contar un cuento,
Y sólo sabe vestirse
Más o menos... de cirquero.
Muy sabiondo el hombrecito,
¡Que ni quebrados ni enteros,
decimales ni nada
sabe el señor embustero!
Así que... ¡ya dije que no!
¡Y no me siga moliendo...!
Qué normal ni que normal...
¡No quiero que seas maestro!
Antes te llevo al ejido
Pa’ que seas jornalero,
Pa’ que el sol te dé en el lomo,
Y te pongas fuerte y prieto.

Así me dijo mi padre,
Y yo que mucho lo quiero,
Bajé la frente y salí
Diciéndole... "Estoy de acuerdo,
Yo seré lo que usted diga,
En verdad... se lo prometo,
pero ya no esté enojado,
pues le hace daño... y me apeno."
Salí a la calle, vagué
Por las calles y los huertos,
Por al jardín, la placita,
Por la iglesia y el colegio...
Miré a los peones cansados,
Sudorosos, sin aliento,
Poniendo sobre un papel
Sólo la huella del dedo,
Vi a las mujeres descalzas
Cargando leña del cerro,
Vi a los niños, muchos niños
Jugar en los basureros.
Recogí desesperado
A esa gente de mi pueblo,
A esa gente sin fortuna
Sin redención, sin consuelo,
Los metí en mi corazón,
En mi entraña, en mi cerebro,
Les di patria en mi conciencia
Y me confundí con ellos.
Allí frente aquellos niños
Frente a esos enfermos,
Pensé que eran angelitos
despreciados por el cielo.
Miré que no tenían alas,
Los mire casi sin cuerpo,
Ángeles sin un hogar,
Sin Dios y sin consuelo.
Y pensé... "si me aferrara
a ser licenciado o médico
contador, conferencista,
sacerdote o ingeniero,
¿Cómo podría despertar
la conciencia de mi pueblo?
¿Qué les favorecería
que yo lograra alto empleo
si ni justicia, ni amor,
ni palabras de consuelo
podría darles y ofrecerles
para calmar su tormento?"
Entonces volví a mi hogar,
Todo lo tenía resuelto,
Llamé a mi padre y le dije:
"Yo a usted mucho lo respeto...
Comprendo sus sacrificios,
Sé de sus ansias y sus sueños,
Pero hoy... quiero que me escuche
Por favor, sólo un... sólo un momento:
Si quiere que sea feliz
Y desea que sirva al pueblo,
Si quiere que colabore
Para mejorar a México,
Si usted quiere que mi vida
la dedique a lo que quiero,
luchando por la igualdad,
por la ciencia y el progreso...
deje que yo tenga
la profesión con que sueño,
deje que yo sea feliz
con mis niños sin colegio.
Deje que mi vocación
Se torne clase y recreo,
Que sea lección de cariño,
Que sea canto, que sea verso,
Que pueda yo ser lucero
Con la luz del alfabeto,
Que pueda ser manantial,
Que sacie la sed del pueblo.
Déjeme sufrir... luchar,
Déjeme vivir con ellos,
Para lograr educarlos,
Para construir un colegio,
Déjeme... que luche...
Deme permiso, le ruego,
Para sembrar esperanzas,
Para apuntalar anhelos,
Deje que forme una escuela,
Escuela a los cuatro vientos,
Escuela de libertades
Donde haya luz y contento.
Deme permiso papá...
Que sea un maistrito de pueblo,
Que marque programas justos,
Que trace caminos nuevos,
Deje que siembre la mies
Deje que se propicie el vuelo
De esa águila que parece
No tener alas ni aliento.
Deje que escuche mi voz
El militar, el gobierno,
El sacerdote, el artista,
El paria y el jornalero.
Si ya mi hermano es doctor,
y el mayor ya es arquitecto
¿por qué no me permite usted
que yo me torne maestro;
si ellos en su ingratitud,
ya han formado un mundo nuevo,
de explotación, de egoísmo,
de lujos y de dinero?
Si de usted se han olvidado,
Si ya no vienen al pueblo,
Y en su situación burguesa
Gratitud y amor han muerto
Si ellos saben que aquí, en casa
Hay pobreza y hay apremios,
Porque ni por caridad,
Lo atienden cuando está enfermo..."

Mi padre quedó pensando,
Silencio guardó un momento,
Luego... me abrazó y me dijo.
"Sí, muchacho... te comprendo
Vete a luchar, hijo mío.
Yo esperaré tu regreso,
Sabiendo que traerás cosas
Logradas con Fe y Empeño.
Cuando vuelvas, hijo mío
Vamos a estar muy contentos,
Y se llenará la casa,
Con tu amor y tus pequeños,
Si aquí no me encuentras ya,
Sé que tendrás el consuelo
De regresar a tu pueblo,
Yo sé que vendrás a verme,
Y querrás con toda tu alma,
Enseñarme el alfabeto.
Mas si aquí no me encontraras,
Ve a buscarme al campo santo,
Y allí solitos los dos
Envueltos en el silencio,
Me dirás de tus afanes,
De tus luchas y proyectos,
De tus sencillas tareas
De tu honor y de tus éxitos.
No me traigas flores, hijo,
Yo sé que no las merezco,
Ni cruz, ni ceras, ni nada,
Sólo quiero tu recuerdo.
Anda, hijo mío... vete, vete ya,
México espera tu esfuerzo,
Te espera el hombre ignorante
Y los niños macilentos,
Yo aquí me quedo esperando
Con orgullo verdadero,
Porque sé que cumplirás
Ser prestigiado maestro.
Anda hijo mío... vete ya,
Que si de momento muero,
Con orgullo gritaré:


MI HIJO....
¡ES MAISTRITO DE PUEBLO!

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