viernes, 5 de octubre de 2012

Poesía el padre, poema al día de los padres

El padre

 

 

Mi negra…..¿te puedo hablar?

Ya los niños se han dormido

así que deja ese tejido que luego te equivocas.

Hoy te quiero preguntar porqué motivo las madres

amenazan a sus hijos con ese estribillo fijo:

¡ah, cuando venga tu padre!

Y con tu padre de aquí…y con tu padre de allá

resulta de que al final, al verme llegar a mí

ven entrar a Caín y escapan por todos lados,

y yo que vengo cansado de trabajar todo el día

recibo de bienvenida una lista de acusados.

Tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme,

lo mismo hacía mi padre, cuando escuchaba a mi vieja,

entraba a fruncir las cejas apoyando a ese fiscal que

en medio del temporal se erigía en defensora…..

Lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal.

Si los perdono….. ¡Qué ejemplo! Es así como los educas

si los castigo….. ¡Eres un bruto, no tienes sentimientos!

A mí… A mí que llegué contento y no tuve más remedio que poner

cara de serio y escuchar tu letanía,

a mí que me paso el día pensando en jugar con ellos.

Yo sueño con llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo,

de la gente y de todo lo que pasa.

Los hijos son la esperanza y el porqué de nuestras vidas,

por eso nunca le digas: ¡ah, cuando venga tu padre!

No quiero encontrar culpables, quiero encontrar alegría,

que no me pongas de escudo como lo hacía mi madre

que consiguió que a mi padre lo imaginara un verdugo,

él llegaba y te aseguro que se acababan las risas

y en lugar de una caricia o hablarle como un amigo,

lo miraba compungido presintiendo una paliza,

y el pobre que me entendía sacudiendo la cabeza,

escuchaba con tristeza lo que mi madre decía, y que él de

sobra sabía:

¡que con éste no se puede! ¡que trajo las suelas rotas!

¡que la calle………. La pelota! ¡que me saca las canas verdes!

¡a la cama sin cenar! Aburrido me ordenaba,

mi madre me consolaba y yo le culpaba a él…..

A él que había llegado recién de trabajar cansado

y ya lo había abrumado con todas mis travesuras.

Los hijos nunca analizan el sentimiento del padre

porque el brillo de la madre es tan grande que lo eclipsa,

sólo le hacemos justicia cuando nos toca vivir

a nosotros el problema.

¡ay, si mi padre viviera! ¡qué recién lo comprendí

y porqué nunca me dijo lo mucho que me quería,

si hoy yo sé cómo sufría al ver enfermo a su hijo,

porque me miraba fijo.

El primer pantalón largo y sé que hasta me habrá

besado cuando ya estaba dormido.

Hoy que todo lo comprendo por qué no estás aquí ahora

para abrazarte bien fuerte viejo lindo y ofrecerte mi cariño

a todas horas.

Ves a tu hijo que llora pero llora con razón

porque te pide perdón al pensar en esos días

en que ciego no veía que eras todo corazón.

Déjame negra que llore, es tan lindo desahogarse

veamos qué hacen nuestros futuros señores.

¡Mira esos pantalones! ¡Tapa un poco a la niña!

Si, ya sé, no me lo digas hoy se fue a la calle sola,

acuéstate rezongona… Mañana, mañana será otro día.

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