viernes, 5 de octubre de 2012

Ese – Abraham Rivera Sandoval, Poema del día del maestro

Ese que va por la calle o por la ruta escarpada,

Sobre el polvoso camino o la cuesta solitaria.

Ese que va a los lugares de la provincia lejana,

Que lleva sed en los labios y un manantial en el alma.

 

Ese que come mendrugos predicando la abundancia,

Ese que clama justicia aunque justicia no haya.

Ese que prodiga amor y que nunca amor alcanza,

El que regala sonrisas, el que consuela, el que ama.

 

Ese que el mundo construye, el que en silencio trabaja

Dejando siempre la vida sobre el ara de la patria.

Ese que apura la copa de la ingratitud amarga,

Para morir en silencio, solito, con su esperanza.

 

Ese que cultiva mieses que ilumina la alborada,

Ese que enciende las luces en las mentes y en las almas.

Ese que comprende penas el que problemas allana,

El que dirige inquietudes, el que las almas inflama.

 

Ese que ilumina ideales señalando la lontananza

La paz y la libertad que sueña la especie humana.

Ese que transforma al hombre, ese que redime al paria,

El que cimenta naciones, el que la gloria arrebata.

 

Ese que como JESUS lleva cruz dura y pesada,

Que lleva pálido el rostro y la frente coronada.

El que va por el camino fija en lo alto la mirada,

El del corazón inmenso, el de la eterna palabra.

 

Ese que va por el mundo con un nudo en la garganta,

mientras guijarros y espinas punzan y sangran sus plantas.

Ese incomprendido ser, el que por la calle pasa

Bajo una lluvia de escarnio de la gente congregada.

 

Ese que recibe el golpe, la blasfemia y la pedrada,

O el oscuro de la entrega de una humanidad ingrata.

Es que sana el dolor del que vaga en la ignorancia,

Ese que al pueblo le da con la vida, la esperanza.

 

El que multiplica panes, el que eleva la plegaria

Dictando ejemplo de fe sin importar la borrasca.

Ese que es luz permanente, ese que siempre es fontana,

Ese que es lección eterna, ese que es perfume y flama.

 

Ese que el mundo desprecia y que falsamente aclama,

Ese que va por la vida sembrando espigas y palmas.

El que interpreta el encanto de los niños en el aula,

Porque asimila el concepto de lo que es honrar la patria.

 

Ese que poquito a poco va perdiendo la prestancia

El que imperceptiblemente ve que su vida se acaba.

Ese que al sepulcro irá sin muchedumbre enlutada y que no tendrá banderas tricolores, a media asta.

 

A ese que sólo el olvido lo cobijará en la nada

Ese es el más importante porque de todo es el alfa.

Ese ser que es corazón, ese ser que todo es alma,

Ese… ese… ese eres tú: OH, MAESTRO DE PRIMARIA.

 

 

 

 

Ese que va silencioso por el angosto sendero,

Ese que poquito a poco su vida dio por el pueblo,

Ese que marcha vencido por el trabajo y el tiempo,

ese que va fatigado porque ya no aguanta el pecho,

que los años ya le pesan, que le pesa el sentimiento…

Ese es el joven que un día se enroló en el magisterio.

 

Ese que arrastra los pies al caminar con esfuerzo,

Que luce en las sienes canas porque le llegó él invierno,

Ese de mirada triste, de ojos opacos y muertos,

Que con labios temblorosos tal vez, musita un rezo,

Ese que va por la calle la dura cuesta subiendo…

Ese fue el joven que un día fue el más querido maestro.

 

Ese que tiene problemas por conseguir el sustento,

Ese que cobra un mendrugo porque ya no cobra sueldo

Que con mano temblorosa firma en el renglón ajeno

Porque sus ojos no miran como vieron hace tiempo,

Ese que va por la calle cargando su sufrimiento,

Ese fue el joven que ayer tuvo vigor y talento.

 

Ese que va paso a paso como buscando el sendero,

Ese que sostén no tiene en ningún agrupamiento,

Ese que cierra los ojos para acariciar recuerdos

Y que a doquiera que va recibe burla y desprecio,

Ese que viene hacia ti abandonado y enfermo…

Ese fue el líder de ayer… que no lo enfangó el dinero.

 

Ese que sólo se alegra con el lejano recuerdo

De aquellos gloriosos días en que en todo era el primero,

El que recibió medallas, el que obtuvo el Primer Premio,

El que por su gran valía representó a nuestro suelo.

Ese que ayer fue un atleta gallardo y digno de aprecio…

Esa vida ya se apaga como se apaga un lucero.

 

ESE que ahora es sólo sombra que va de la vida huyendo,

Con una linda Medalla de ALTAMIRANO en el pecho

Míralo bien, juventud, mírate en él, compañero

Y una flor de tu cariño ofrécele con un beso

Que sobre su mustia frente o sobre su blanco pelo

Será su mejor regalo en este día del maestro.

Pensando que en el futuro como él serás, de seguro:

Jubilado o pensionado, una sombra que se fuga.

 

Que mañana al no existir en este mundo terreno,

De este ser que supo amar, que no quedará ni el recuerdo,

Y sobre el tosco ataúd del que fuera un gran maestro,

Una flor y una medalla se perderán en el tiempo,

Mientras alguien como yo, con su jarana de pueblo,

A la vida y al dolor seguirá cantando versos.

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